Óscar Ruiz

 

Nuevos modelos de negocios jurídicos, nuevos perfiles profesionales, nueva mentalidad para el profesional de la abogacía. Nuevos escenarios para una Abogacía en evolución.

La reflexión hacia la excelencia profesional de la Abogacía se hace imparable ante un complejo cambio cultural, social y económico; ante un nuevo ecosistema legal conformado por nuevas tendencias tecnológicas, nuevos modelos de negocio y nuevos perfiles profesionales.

Los Centros de Estudio y Escuelas de Práctica Jurídica de los Colegios de Abogados somos conscientes de ello, y adoptamos una actitud evolutiva y proactiva ante la Abogacía del siglo XXI.

I, T, D, O, son las iniciales indicadoras de los destacados modelos que han ido perfilando a lo largo del tiempo las distintas necesidades competenciales y diferenciales del abogado. El Modelo D sustituye al Modelo T que ya sustituyó al I, y se complementa con el Modelo O. Esto que es un divertimento lingüístico y parece un juego laberíntico tiene recorrido.

El Modelo I respondía a un abogado de práctica tradicional, de un alto conocimiento técnico y destacado en habilidades de oratoria y escritura. La evolución de este nos condujo a otro modelo en forma T, en el que el conocimiento técnico y la experiencia legal se completan con otra I en horizontal, configurando la T. En dicha I horizontal se añaden el conocimiento en otras disciplinas como los negocios, la seguridad, la gestión de proyectos, la tecnología y el pensamiento visual. La formación competencial parece conformarse ya suficientemente amplia, focalizada en la eficiencia, la mejora y el conocimiento del negocio del cliente.

Sin embargo, el camino hacia la excelencia profesional se configura como un gran territorio en el que el componente humano y el profesional comienzan a difuminarse con intensidad. Así, el Modelo D, el Modelo Delta, añade a la formación tradicional, y a la competencia en ciertas disciplinas relacionadas con los negocios, las habilidades en la gestión de las relaciones. La forma T, adquiere ahora forma de triángulo, tres I: la de las competencias teóricas y habilidades tradicionales, la de las competencias en conocimiento de los negocios, y una más, la de la eficacia personal. Así la gestión de las relaciones, la mente emprendedora, la inteligencia emocional, la comunicación y las competencias el carácter. El Modelo O, que responde a las últimas investigaciones, va más allá poniendo el foco en las habilidades blandas y el liderazgo de servicio, más que en los conocimientos desde la perspectiva de los atributos que el cliente necesita en un abogado. Así los abogados del Modelo O son de mente abierta, capaces de abrazar y de crear oportunidades, originales e innovadores a la hora de resolver problemas, responsables y comprometidos y con una perspectiva positiva.

La sociedad se revoluciona y se transforma, el mercado legal es altamente exigente y sorprendentemente cambiante. La Abogacía, no ajena, se incorpora a esa vertiginosa mejora continua a través de sus Escuelas de Práctica Jurídica y Centros de Formación, con la mirada puesta en la excelencia de la Abogacía, para poner en valor el talento de sus profesionales, dotándolos de un nivel profesional integral, que les permita asumir con absoluta agilidad y eficiencia distintos roles, combinando e incidiendo en unas competencias y habilidades, o en otras, ante las exigencias de los nuevos escenarios para la práctica legal.

¿Te has parado a pensar qué conocimientos específicos necesitas adquirir o qué habilidades necesitas desarrollar?

Óscar Ruiz Pérez
Director de la Escuela de Práctica Jurídica “Carlos Santa María Blanco”
Ilustre Colegio de Abogados de Ciudad Real